domingo, 10 de agosto de 2014

Todos sangramos rojo

Ya esta bien de juegos sin reglas. Ya vale de ser niños siempre a todas horas. Estoy harta de palabras huecas que justifican lo que nadie sabe explicar. Estoy confusa porque no puedo, ni quiero, ni se como decirte cómo me siento o he sentido estos días.
He sentido dolor. Lo sabes, lo sientes y te mata. Únete, yo ya soy una zombie. Total, en nuestro mundo solo estamos tú y yo, así que esto tenía que pasar alguna vez, ¿no?
No. La respuesta es quizás. Quizás éramos tan idiotas y estábamos muy ciegos. 
Cést la vie y es el amor. Y son también los problemas de comunicación. Son los segundos y los kilómetros que los controlan. Son las miradas y las sonrisas y el abrumador y sofocante calor de este agosto. Han sido ecuaciones sin respuesta, límites complicados y etelvina no estaba.
Admitamos que nunca hemos sido unos genios en matemáticas. Ni tú, ni yo, ni las malditas dudas. Dios, esas si que son malas cuando se trata de ser racional.
Ahora estarás mirando la luna, una luna redonda y blanca. Es bonita, ¿verdad?
Te diré un secreto, pero solo porque confío firmemente en tí. 
Ella lo sabe todo. Sabe cada detalle de nuestras historias independientes y de la que escribimos juntos con un mismo bolígrafo bic azul. Ella sabe todo lo que tú y yo le contamos y lo que no y lo que nos morimos de ganas por volvernos a ver. Quizás tengamos que asesinar a la luna un día de estos, por abrazar nuestra intimidad sin permiso y reírse de nuestras desdichas tan tontas. 
Te dejo esta canción porque estaba revisando nuestros recuerdos (Dios eres taaaaaan dulce, jamás me cansaré de decirlo) y la encontré. Encontré la letra desordenada de un chico que, como yo y nuestro mundo herido, sangra rojo...



Ya lo pensaremos.